A principios del siglo XX se producirá la transformación de las antiguas huertas en jardines de placer. Los nuevos jardines se diseñan atendiendo a los nuevos gustos de la monarquía regente evidenciando, tanto las nuevas modas, como la influencia de los incipientes parques públicos que comienzan a proliferar por toda Europa como condensadores sociales. En este caso, el matrimonio de Alfonso XIII con la inglesa Victoria Eugenia de Battenberg en 1906, motiva la realización de este jardín de tipo pintoresco único en Sevilla. Para su realización, Juan Gras y Prats, jardinero de la Casa de Campo y también diseñador de los jardines de la Magdalena de Santander, hizo traer árboles de gran porte desde los sitios reales de la Granja de San Idelfonso y Aranjuez, entre los que destacaban ginkgos, magnolios, olmos o cedros orgánicamente dispuestos sobre un manto de suave verde. En el interior del tronco de una casuarina situada en este jardín se encontró a principios de siglo XXI, una pequeña colonia de los únicos murciélagos carnívoros existentes en Europa, el nóctulo gigante.